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Cuántos tipos de anticongelante existen y cuál elegir

Cuántos tipos de anticongelante existen y cuál elegir

Los motores de combustión generan, además de energía mecánica, energía calorífica, que debe ser disipada de la forma más eficiente posible para evitar daños en su interior. Para ello existe el anticongelante o líquido refrigerante, cuya función resulta trascendental para el mantenimiento en condiciones óptimas del vehículo.

Como cualquier otra máquina, el motor de un coche no es capaz de convertir toda la energía que generan en movimiento, por lo que buena parte de ella se transforma en calor. A ello hay que sumar el rozamiento de las partes móviles del motor, que incrementan de forma notable la temperatura en el interior del propulsor.

Así, durante el tiempo de explosión en el interior del cilindro, y en concreto en la cámara de combustión, se alcanzan temperaturas muy elevadas, que en el caso de los gases de los motores de gasolina pueden llegar a los 593 grados, mientras que en el caso de los diésel esta temperatura puede llegar a los 649 grados.

Si falla algún elemento, puede provocar que la temperatura se eleve por encima de lo normal, lo que generaría, a su vez, averías en la junta de la culata, autodetonaciones del combustible, o en casos extremos, el “gripado” del motor, es decir, la deformación y dilatación de las piezas internas, lo que conllevaría una importante avería.

Para controlar la temperatura interior, existe un conjunto de elementos, que forman el sistema de refrigeración, que se encargan de evitar averías en el interior del motor. Bomba de agua, termostato, sensores de temperatura, electro-ventiladores, radiadores, manguitos, radiadores, vasos de expansión y, por supuesto, el anticongelante o líquido refrigerante, son elementos clave.

¿Qué tipos de anticongelante hay?

Para lograr mantener en buen estado el sistema de refrigeración del motor, es importante elegir correctamente el anticongelante o refrigerante recomendado por cada fabricante. En este sentido, existen distintos tipos:

  • Refrigerante anticorrosivo. Incorpora aditivos que evitan que se produzca corrosión en los elementos del sistema de refrigeración, con distintos grados de concentración. Así, a mayor concentración de anticorrosivo, mejor cumplirá con su función. Este tipo de refrigerante logra que el punto de ebullición sea más elevado, lo que evita los sobrecalentamientos, al tiempo que minimiza la formación de óxidos metálicos.
  • Refrigerante anticongelante. Es el más recomendado para climas fríos, y tiene la peculiaridad de evitar la congelación del líquido refrigerante con temperaturas próximas a cero grados o por debajo. Estos, a su vez, pueden dividirse entre orgánicos, inorgánicos e híbridos.
    • Orgánicos. Son los más habituales. Están formados por etilenglicol, que es el componente anticongelante, y agua destilada o desmineralizada, que es la que se encarga de garantizar la protección contra la corrosión de las diferentes partes del motor. Es un anticongelante más estable durante un largo periodo de tiempo, y es completamente biodegradable.
    • Inorgánicos. Utilizan productos como silicatos, que con el paso del tiempo se degradan, lo que supone averías en el sistema de refrigeración, y una mayor corrosión. Tienen un bajo porcentaje de inhibidores de la corrosión y de otros aditivos, con lo que su duración es más limitada. En este caso, resulta importante controlar cada poco tiempo el nivel de anticongelante en el vaso de expansión, reponerlo siempre que sea necesario, y sustituirlo por completo de acuerdo con sus especificaciones.
    • Híbridos. Son los que combinan las características de los orgánicos y de los inorgánicos. Están compuestos por etilenglicol, glicerina y aditivos antiespumantes, anticalcáreos y una reserva neutralizante que protege el circuito de refrigeración. También pueden incorporar silicatos para proteger las superficies de aluminio, por lo que son una solución muy empleada por los fabricantes de automóviles.

¿Se pueden mezclar distintos tipos?

La respuesta evidente es que no, ya que cada tipo de anticongelante mantiene unas características que lo hacen incompatible con el resto.

A la hora de decidirse por uno u otro tipo, es muy importante seguir las indicaciones del fabricante. El color de cada líquido ofrece una pista muy importante acerca de sus características, aunque es cierto que cada fabricante utiliza un código de colores distinto.

Los más frecuentes son los verdes, naranjas, amarillos, azules o rosas. Cada uno de ellos representa el nivel de eficiencia que posee el líquido. Su temperatura de congelación, por su parte, va a estar definido por la cantidad de etilenglicol que posea cada solución.

Así, un anticongelante con un 10% de etilenglicol puede utilizarse entre los -4 y los 102ºC. Si su concentración es del 25%, las temperaturas irán desde los -12,5 hasta los 103ºC. El grado máximo de concentración es del 50%, que permitiría actuar entre los -37 y los 108 ºC.

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