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Citroën XM

Así era el Citroën XM, un paradigma de confort

Son muchos los modelos de Citroën que, a lo largo de la historia, han incorporado algún tipo de innovación por la que han sido recordados como adelantados en su época. El XM es, sin duda, uno de los más rompedores, no solo por su diseño, sino también por su apuesta por el confort por encima de todo lo demás.

Y es que el XM fue el primero de los Citroën en incluir un sistema de suspensión hidroneumática que se gestionaba electrónicamente, que permitía un confort de marcha y rendimiento al alcance de muy pocos. En producción hasta el año 2000, este modelo contó con diferentes variantes, entre las que se encontraba una carrocería familiar Break.

Para entender la historia de este modelo, es necesario remontarnos hasta el archiconocido DS. O más bien, a su final de producción. Cuando Citroën decidió finalizar su ciclo comercial, su punto de vista se centró en el CX, un modelo del que se vendieron cerca de un millón de unidades entre 1974 y 1991. Pero la marca francesa no olvidó la necesidad de comenzar el desarrollo del sustituto de este modelo.

Citroën XM

Ya en la década de los 80, Citroën dio luz verde a un proyecto que mejoraba las principales características del CX para convertirse en el buque insignia de la marca. Un modelo que tenía que tener un diseño rompedor y original, pero que debería incluir novedades que, hasta el momento, no habían aparecido en ningún otro modelo de la marca.

Entonces, en 1989 se presentaba el XM (la X era la letra que se utilizaba habitualmente en la marca, mientras que la M correspondía a Maserati, al estar inspirado en el icónico Citroën SM de los años 70, creado en un momento en el que la marca italiana pertenecía a Citroën), un modelo cuyo principal reclamo era la incorporación de un sistema de suspensiones hidroactivas, que eran capaces de gestionar la altura libre del XM, pudiéndola adaptar a las condiciones de cualquier carretera en apenas cinco centésimas de segundo.

Este modelo también volvía al motor de gasolina de seis cilindros, aunque a diferencia del que se empleaba en el SM, el XM recurría a una disposición en V. Además, su dirección DIRAVI tenía capacidad de autocentrado automática, lo que aumentaba drásticamente el confort de marcha.

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También aparecieron en la gama versiones más económicas, como la que utilizaba el motor de cuatro cilindros y dos litros, tanto en gasolina como diésel. Esta última motorización, pese a ser menos potente que el turbodiésel del CX, dio al XM una excelente velocidad máxima con un consumo más contenido gracias, especialmente, a la aerodinámica de su carrocería, con un coeficiente de penetración de 0,28.

Respecto a su interior, el XM también buscaba una comodidad extrema. En este sentido, los ingenieros de Citroën escucharon las demandas del público del CX, por lo que ampliaron notablemente el espacio. Su maletero, por ejemplo, podía accederse de una forma más fácil gracias a un portón posterior que aislaba el habitáculo de la intemperie gracias a una segunda luna interior.

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