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Un año antes de su lanzamiento al mercado, el BMW iX, el nuevo buque insignia eléctrico de la marca alemana, ya ha completado su última ronda de test invernales para poner a punto determinados sistemas del vehículo.
Estas pruebas comenzaron en diciembre en carreteras desiertas en la Laponia finlandesa y en el Cabo Norte de la isla noruega de Mageya, con el claro objetivo de afinar el sistema de baterías eléctricas eDrive de quinta generación y los sistemas de control de suspensión en un entorno a priori poco propicio para ello.
Durante estos test, los ingenieros de la marca bávara han evaluado especialmente la interacción entre los sistemas de accionamiento y suspensión en superficies de carretera con un bajo coeficiente de fricción. En este sentido, las carreteras heladas y las superficies de hielo especialmente preparadas para la conducción en el borde del círculo polar ártico suponen un entorno perfecto para poder poner a prueba la precisión de la tecnología de control de tracción a las cuatro ruedas y de la suspensión.
El BMW iX, cuyo diseño final se presentó en el evento #NEXTGen celebrado el pasado año en Munich, es el primer modelo basado en un nuevo, modular y escalable concepto de construcción del grupo alemán. Este nuevo concepto nació enfocado para la movilidad puramente eléctrica. Así, este nuevo modelo cuenta con dos motores eléctricos que, conjuntamente, generan una potencia máxima de más de 370 kW/ 500 CV.
Una parte importante de las pruebas llevadas a cabo ha consistido en ajustar el sistema de tracción integral variable xDrive y el ajuste adaptativo del momento de guija específico del eje, que no solo aporta estabilidad y tracción, sino que también optimiza la eficiencia del BMW iX. El objetivo energético de la marca bávara es lograr un consumo combinado de solo 21 kWh por cada 100 km en ciclo WLTP, y una autonomía de más de 600 km.
