ALD Noticias Noticias sobre renting y el automóvil 
En la actualidad, utilizar un navegador GPS para hacer más sencilla la elección de una ruta a cualquier destino es algo cotidiano. Por eso, para muchos, el navegador es el invento más popular en la historia del automóvil. Pero, ¿cómo nació este dispositivo?
Muchos consideran al norteamericano J.W. Jones como el inventor del primer asistente para lectura de rutas en carretera del mundo. Coincidiendo, en 1909, con la inauguración de las carreteras de Indianápolis, desarrolló un primer dispositivo que era capaz de combinar la lectura de mapas y la conducción al mismo tiempo.
El Jones Live Map estaba conectado al engranaje del cuentakilómetros del coche que contenía una serie de discos de papel con información codificada sobre la ruta entre dos puntos. El conductor, entonces, elegía el disco de la ruta que deseaba seguir, y el movimiento del velocímetro accionaba este dispositivo, que mostraba, en sentido de giro horario, los datos del disco.
Habría que esperar hasta 1930 para la utilización de cartografía en este tipo de dispositivos. Iter Avto evolucionó los rutómetros que utilizaban los copilotos de la Mille Miglia, utilizando un conjunto de mapas de papel que iban enrollados y que se mostraban en la pantalla del aparato.
Los mapas estaban conectados al velocímetro mediante un cable, pero no permitían conocer la ubicación del conductor cuando este se desviaba de su ruta.
En la historia de los navegadores también aparece un nombre español, el de Antonio Martín Santos, que desarrolló, en 1954, el Auto Mapa. A diferencia del Iter Avto, este dispositivo era portátil y el avance de los rutómetros podía detenerse a voluntad del conductor.
Aunque contó con cierto éxito en sus primeros años, la muerte del inventor leonés en 1961 hizo que este dispositivo pasase al olvido.
El primer navegador similar al que todos conocemos nació en 1990 de manos de Mazda, que introdujo el primer sistema de navegación en un automóvil en tiempo real, utilizando la triangulación de satélites situados en el espacio.
Desde ese momento, la evolución de estos dispositivos ha sido prácticamente imparable.
