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Los vehículos autónomos son ya una realidad, y cada vez son más las marcas que se suben al barco de la conducción autónoma. Esta tecnología, que abarca diferentes niveles de autonomía, permite conducir el coche sin que el conductor tenga que intervenir. Un buen ejemplo es el de Stellantis, que ha probado un C4 SpaceTourer en la ciudad de Vigo capaz de aparcar solo en un parking y detenerse cuando un semáforo está en rojo.
Sin embargo, el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) quiere ir un paso más allá, y está desarrollando una tecnología que permita al coche empatizar con sus ocupantes. Este proyecto recibe el nombre de SUaaVE (Supporting acceptance of automated Vehicle). Permitirá que los coches autónomos sepan si sentimos miedo, enfado, satisfacción, alegría, aburrimiento e incluso si estamos estresados.
De esta forma, el vehículo sabrá cómo se sienten sus ocupantes y podrá adaptar su conducción a lo que estos busquen. Para el desarrollo de esta nueva tecnología, se han realizado pruebas en el HAV, un simulador de conducción dinámico y altamente inmersivo del IBV. En ellas se pudo vivir, como si fuese realidad, el viajar en modo autónomo en diferentes escenarios para provocar las emisiones anteriormente mencionadas y analizarlas.
“Una forma de mejorar la experiencia del usuario es el desarrollo de vehículos empáticos que comprendan cómo se siente el pasajero, con altos niveles de automatización y capaces de responder a esos sentimientos teniendo en cuenta el entorno y el contexto”, explica José Solaz, director de innovación del IBV. “Este proyecto permitirá adaptar el modo de conducción de los vehículos autónomos para adaptarse a las necesidades del usuario. Con ello, se aumenta la confianza en estos coches y, por tanto, su aceptación y éxito en el mercado”.
