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Qué es la conducción sostenible y por qué necesitamos implantarla

Aunque hace unos años que la sostenibilidad es una constante en materia de movilidad, las últimas decisiones legislativas han puesto fechas y objetivos claros a una tendencia imparable. Hace unos días, la Unión Europea decidió prohibir de forma definitiva la venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035, estableciendo que el parque de estos vehículos de combustión, incluyendo furgonetas, tendrá que ser capaz de reducirse un 55% para 2030 y totalmente cinco años después.

La medida tomada por el ejecutivo europeo se acompasa con los cambios en las preferencias de los conductores, quienes, como demuestra el estudio de Accenture Rompiendo los mitos de la sostenibilidad en la automoción,  prefieren que su próximo coche se mueva gracias a la «nueva energía». Es decir, conciben un futuro con coches eléctricos, híbridos enchufables, de gas natural o de pila de combustible que funciona con hidrógeno y, al quemarse, produce energía expulsando únicamente vapor de agua.

Pero más allá del vehículo en el que nos movamos, también importa –y mucho– la manera en la que nos comportamos al volante. La conducción sostenible –un concepto acuñado a finales del siglo XX– es una gran aliada para reducir las emisiones del tráfico a la atmósfera mientras ahorramos en el gasto de combustible. Es más, según la Dirección General de Tráfico (DGT), hasta el 15% de las emisiones podrían borrarse de la factura que le pasamos al planeta si viajáramos de forma más inteligente.

En este sentido, hay muchas acciones o manías al volante que podemos cambiar para ser menos contaminantes, como fluir en el tráfico mañanero sin abusar de frenazos, evitar acelerar para llegar a tiempo a un semáforo o no desplazarnos durante las horas punta en carretera. Medidas que reportan un enorme beneficio ambiental y, además, evitan siniestros.

Conducción sostenible, conducción segura

«Poniendo en práctica gestos sencillos logramos un ahorro importante de combustible y, con ello, de emisiones a la atmósfera. Si el 1% de la población europea aplicase este tipo de técnicas, podríamos dejar de emitir más de 900 toneladas anuales de CO2», cifraba Javier Cabanas, responsable del área de seguridad vial de Ilunionen la mesa Seguridad vial en un mundo interconectado, impulsada por ALD.

Cabanas es, además, el responsable de la Escuela de Conducción ALD, una iniciativa con sede en Madrid, Barcelona y Valencia que materializa el compromiso de la compañía con sus conductores y la movilidad sostenible y segura. En ella, se imparten cursos para mejorar las habilidades al volante de los conductores para que aprendan a reaccionar de forma más segura ante situaciones peligrosas, pero también más sostenible: de hecho, el curso de conducción ecoeficiente se centra en cómo cambiar su forma de conducir puede ayudarle a reducir el consumo de combustible, ahorrar dinero y emisiones mientras impulsa la seguridad vial.

Porque, además de ser mejor para el planeta, la conducción sostenible es una aliada de una cuestión clave como la seguridad en las carreteras. En otras palabras, necesitamos «aprender a aprender» para viajar de forma más limpia y segura porque, solo en lo que va de año, en España los accidentes de tráfico ya se han cobrado la vida de 76 personas, según apunta la DGT.Aunque la tendencia es a la baja, las cifras no dejan lugar a dudas de que todavía queda mucho por hacer para que el contador llegue a cero. De hecho, en julio de 2022 –cuando la afluencia de viajes se duplica debido a las vacaciones–se registraron tantas muertes como en julio de 2016.

Pero, ¿cómo puede ayudar la conducción sostenible a hacer frente a este grave problema? Replanteando la forma en la que nos comportamos al volante. Por ejemplo, propone cuestiones como mantener una velocidad media constante, conducir con la marcha más larga posible, levantar el pie del acelerador al bajar pendientes y evitar frenar en las curvas, dejando que el coche reduzca la velocidad de forma natural antes de llegar.

Estas medidas evitan malos humos tanto al planeta como a nosotros mismos: esta conducción consciente reduce el estrés al volante, incrementando la atención a la carretera. Así, se evitan algunos movimientos agresivos, lo que nos permite conseguir una buena distancia de seguridad y un mayor tiempo de reacción en caso de frenazos inesperados.

La conducción sostenible llega a la escuela (y a las ciudades)

De hecho, la conexión entre sostenibilidad y seguridad vial es tan importante que ya se ha convertido en una cuestión de Estado: gracias a la nueva ley educativa, desde este año la educación vial es obligatoria en infantil, primaria, educación secundaria y bachillerato.

Bajo el título Movilidad segura, saludable y sostenible, el currículo educativo recoge ahora las reglas más básicas de la conducción aplicadas de forma transversal en asignaturas como el medio ambiente, garantizando que los niños de hoy conduzcan en el futuro de forma mucho más eficiente en ciudades más limpias y más seguras.

Porque, además de la formación y los cambios individuales, la conducción sostenible necesita de un entorno que la fomente. Por eso los expertos advierten que es fundamental que la educación de la ciudadanía se combine con la planificación urbana, por ejemplo, instalando limitadores de velocidad, formando en la conducción de nuevos vehículos modernos, reduciendo las distancias y reforzando la movilidad multimodal. Cambios para un modelo de vida donde la seguridad de conductores y peatones esté acompañada de un aire más puro.

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